martes, 29 de mayo de 2012

Empezando de nuevo


Después de más de un año, sabiendo que debía cambiar de oficio al final me he decidido. Me costó mucho tomar la decisión pero en cuanto me salió la oportunidad no dudé, pues sabía que era el momento de saltar al vacío.

Desde entonces llevo un mes dandole vuelas a la cabeza, mirando a través de la red todo tipo de oportunidades. Recorriendo la ciudad y fijando la vista en cada local vacío, cada letrero de “Se alquila”, fijandome en los trastos por el suelo que quedaban después de haber pasado el huracan de la crisis.

Para otros es “Un local más que cierra” pero yo sé que cada local cerrado es un sueño roto y probablemente una familia arruinada porque yo sé que en este país las aventuras empresariales que fracasan se pagan con la ruina familiar y el embargo de todos los bienes, perdón corrijo: Las aventuras de la gente honrada.

He mirado y he vuelto a mirar todo tipo de negocios, de nuevos, de antiguos, etcetera. Buscando uno que ilusionara a mi triste corazón. Cada uno con sus pros y sus contras, evaluando posibilidades, preguntando, pidiendo información, recibiendo toneladas de propaganda diciendote que te vas a ganar muy bien la vida pero si garantizarte nada, diciendome que voy a formar parte de una gran empresa cuando a mí me gusta más ser cabeza de ratón que cola de león.

Pues después de mucho cavilar me he decidido por un proyecto que puede que llevara tiempo en mi cabeza rondando, como una idea tonta, pero que creo que puede funcionar, lo bueno es que será la primera vez que no tenga una espada de Damocles en forma de letras mayusculas que pagar a final de mes aunque como ya he dicho antes en este país es díficil escapar de un negocio “limpio”. Aunque en el último he tenido suerte ¿Quién sabe la proxima vez?

Porque ahora empiezo un proyecto que es nuevo para mí, del que desconozco muchas cosas pero espero salir aíroso, aunque eso el tiempo lo dirá.

jueves, 10 de mayo de 2012

Cinco estrellas II


Yaru llevaba ya alrededor de tres meses como guardaespaldas de Elma cuando al cumplir los 26 años le llamaron del consejo de sacerdotes.

Él se presentó acompañado de Elma que no quiso perdérselo.

-Señor Yaru, le hemos llamado porque al cumplir los 26 años tiene usted edad de formar una familia

En ese momento entró una chica morena con pelo corto de ojos marrones y grandes, muy bien vestida, se llamaba Angy, era de una estrella como Yaru y trabajaba de funcionaria. Yaru no necesitó que nadie se lo dijera, lo llevaba escrito en el cuello visible a todo el mundo ya que las funcionarias no podían dejarse el pelo largo como Elma.

-Mira aquí tenemos a tu futura esposa

Yaru levaba años soñando con este momento pero ahora estaba locamente enamorado de Elma desde el día que la conoció y la noticia de su matrimonio le sentó como un jarro de agua fría por lo que
no pudo evitar una mueca de disgusto.

-¿Algún problema? ¿No estas contento con la elección que te hemos hecho?
-No sé... es que no la conozco de nada
-No se preocupe por eso, hemos fijado la fecha de la boda dentro de dos semanas, después ella se irá a vivir contigo y tendréis el resto de vuestra vida para conoceros
-Es que... ¿Cómo saben ustedes que haremos buena pareja?

Ese comentario enojó al portavoz de los sacerdotes que cambió el semblante por uno muy serio.

-¿Osas cuestionar los métodos de elección del consejo? - Entonces se apoyó sobre los codos y se inclinó hacia adelante como para acercarse ligeramente a él – Crees que un simple agente de la ley como tú puede encontrar una esposa mejor que Angy?
-No es eso, eminencia, por supuesto que no, pero ¿Y si entre nosotros no hay amor?
-¿Amor? ¿Cómo sabes tú qué es el amor?
Inconscientemente dirigió una leve mirada al público justo donde estaba Elma, el sacerdote conocía a Elma, al igual que a su padre, al momento lo entendió.
-Ya entiendo, no te preocupes, no hagas caso de lo que hayas podido oír a decir a Elma sobre el amor, tú y Angy os casareis y os amareis por toda la eternidad, eso te lo garantizo yo y para borrar tus posibles dudas, te voy a recetar 50 latigazos, así aprenderás a no dudar de la palabra de un sacerdote.
Unos agentes se llevaron a Yaru a otra sala, mientras Angy volvía a sus quehaceres. Elma se fue corriendo a hablar con el portavoz.
-¡Por favor Farnaro! ¿Hacen falta los latigazos?
-Tú también, bella Elma quieres cuestionar mis decisiones
Elma frenó en seco, no podía dejar que se notara que amaba a Yaru.
-No, pero es mi guardaespaldas y lo necesito
-Pues no te preocupes, en diez minutos lo tendrás aquí y, sin ganas de hacer preguntas
-¿Qué tienen de malo las preguntas?
Farnaro la miró sorprendido.
-Todo, hacerse preguntas, es el principio del desorden y después viene el caos, el Orden se basa precisamente en eso: En que todo el mundo debe cumplir su trabajo sin hacer preguntas. Si una persona osa cuestionar una decisión del consejo debe ser castigada por ello si no, todo el mundo se creería con derecho a cuestionarnos.

Elma salió a fuera y esperó a Yaru en la puerta, estaba terriblemente enojada, en cambio él salió visiblemente molido. Juntos volvieron a la mansión Manrou, cuando estuvieron seguros que nadie podía oírles ella dijo:
-¡No pienso permitir que te cases con esa furcia! Te quiero y no te pienso compartir con nadie
-¿Y qué quieres hacer?
-Escucha, ves aquella montaña que se ve a lo lejos dicen que allí vive un ermitaño muy sabio, tan sabio que lo desterraron de la ciudad, dicen que él tiene todas las respuestas, iremos y le pediremos consejo

Yaru observó la montaña que se veía al norte donde señalaba Elma, debía estar a unos tres o cuatro días a caballo suponiendo que las bestias no les comieran antes necesitarían una semana al menos por ir y volver, no había ninguna manera de justificar esa ausencia.

Elma le pidió a su padre un carro con cuatro caballos con la excusa de ir al lago, preparó provisiones para aguantar unos días y es que, en las casa de los sacerdotes había comida de sobra. Yaru en cambio, se preparó todas las armas que tenia en casa y toda la munición, seguramente no seria suficiente para matar a las bestias que se encontrarían por el camino pero era lo único que tenían.

Al día siguiente salieron temprano de las murallas que protegían la ciudad y se dirigieron al lago.
Alrededor de la ciudad todo lo que habían eran campos de cultivo donde se cultivaban mucho trigo y todos los alimentos necesarios para abastecer la ciudad, cuando se iban acercando al lago, ya sólo veían arrozales. Justo antes de llegar al lago Yaru le asestó un golpe de karate al cochero y lo dejó caer al suelo inconsciente.

Después cogieron rumbo a la gran montaña. No había camino, pero iban por un sendero cuando les pararon unos cazadores. Habían cazadores que hacían a la vez de vigilantes: Impedían que las bestias salvajes se acercaran a la ciudad y también que nadie pudiera escapar.
-¿A donde vais?
-No te lo puedo decir: Es una misión secreta por orden de mi padre el sacerdote Manrou – Contestó Elma muy decidida
-¿Lleváis una autorización por escrito?
-No, entonces no seria secreta
El cazador dudó, sabia que la respuesta no era la correcta pero no se atrevió a llevarle la contraria a la hija de un sacerdote.

-No lleváis escolta
-Sí, Yaru es mi chófer y mi escolta
-¿Si? ¿Qué arma lleváis para defenderos?
-Esta, mi arma reglamentaria - Dijo enseñando su magnun 44.
-Eso de poco te servirá con las bestias salvajes que os podéis encontrar
-Lo sé, pero como ha dicho ella esta misión es secreta
El cazador suspiró hondo, es posible que esto le costara un castigo pero moralmente no podía dejarlos ir sin un rifle así que le entregó el suyo a Yaru.
-Toma, cuidamelo y a la vuelta me lo devuelves
-Muchas gracias, prometo devolvértelo

Una vez hubieron pasado de la zona de los cazadores Yaru le preguntó:
-¿Crees que regresaremos?
Ella lo miró muy seria y respondió
-Si es para ver como te casas con otra, prefiero no regresar
-Es posible que pronto seamos la cena de alguna bestia salvaje

Más adelante se encontraron con alguna bestias salvajes, la mayoría no parecían peligrosas aunque vieron algunos capaces de hacer añicos el carro y a ellos.
-Mira, eso son rinocerontes, no te preocupes son herbívoros, no nos harán nada si no les provocamos nosotros
-¡No te preocupes! Lo último que se me ocurriría es provocar a una bestia así
-Mira, esos son los peligrosos, se llaman leones
Yaru observó a esa especie de gatos gigantes, pensó entonces que para ellos, él era poco más que un ratón apetitoso
Llevaron buen ritmo de viaje durante todo el día. Cuando el sol empezó a ocultarse decidieron parar y que descansaran los caballos. Entraron en un pequeño bosque para estar más resguardados. Ataron los caballos a un árbol aunque les dejaron cuerda para que pudieran comer y para ellos dos, improvisaron una especie de tienda de campaña dentro del carro. No les protegería de los leones pero por lo menos estaban resguardados.

Por la noche les despertó un ruido, Yaru salió rápidamente y vio a un gato gigante derribando a uno de los caballos, era algo más pequeño que un león, y levaba todo el cuerpo lleno de manchas. Yarú le disparó con su magnum. El animal dio tres saltos y desapareció por encima de los árboles.
Yaru se acercó a ver el caballo herido y comprobó que la herida era mortal, de hecho el pobre estaba agonizando, otro de los caballos había roto la cuerda y había huido asustado pero todavía les quedaban dos.
-¿Qué era eso?
-No lo sé, pero no era un león y... dio un salto y se subió a ese árbol... luego al otro, nunca había visto nada parecido en mi vida
-Claro, por que nunca antes habías salido de la ciudad
Yaru no consiguió dormir tranquilo. Al día siguiente al levantarse se encontraron con una sorpresa: El caballo muerto había desaparecido. Siguieron el rastro de sangre y desaparecía a unos cien metros más adelante al pie de un árbol.
-¿Quieres decir que ese animal ha podido subir un caballo a un árbol?
Los dos se miraron extrañados pero ninguno de los dos se atrevía a decir como lo podría haber hecho, y desde luego sabían que tenían suerte de estar vivos. Sin perder más tiempo ataron los dos caballos que quedaban al carro y emprendieron la marcha.

Estuvieron varias horas avanzando hacia la gran montaña hasta que tuvieron un accidente. Los caballos y el carro cayeron en un hoyo, no demasiado grande pero los caballos se hicieron daño y el carro se rompió.
Por suerte a ellos no les había pasado nada pero a partir de entonces deberían continuar a pie. Cogieron las provisiones y las armas y emprendieron el camino.
-Por un lado bien – Dijo ella – de esa manera tenemos excusa para no regresar
-No te confundas, nos hemos salido mucho de la ruta y seguimos en dirección contraria, además, seguro que hoy ya nos están buscando
-Pues pasemos por aquel bosque así no nos encontraran tan fácilmente

Por dentro del bosque, además los árboles les protegían del sol pero había un inconveniente: Habían infinidad de animales a cada cual más extraño por suerte ninguno intentó atacarles.

Cuando llegó la noche tuvieron que acomodarse debajo de un arbusto. Por suerte habían cogido una manta del carro con la que taparse. Elma durmió a pierna suelta pero Yaru se despertaba a cada momento, cualquier ruido, cualquier animal le despertaba, allí tapado no podía saber si alguno le querría atacar, y es que, no se quitaba de la cabeza el gato gigante atacando al caballo.

Por suerte nadie les atacó durante la noche. Despertaron y ya no les quedaba nada que comer, así que continuaron la marcha en ayunas.

Pasado mediodía llegaron a la falda de la montaña y vieron la cueva. Dentro había el ermitaño en posición de flor de loto vestido con un taparrabos y dos palmos de barba.
-Señor, por favor, tiene algo de comer
-No
-Tenemos mucha hambre
-¿Y por qué no coméis? -Contestó el ermitaño como si fuera lo más fácil del mundo
-No llevamos comida

Acto seguido se levantó y salió hasta fuera
-¿No veis todos esos frutos que tienen los arboles? Son comestibles, podéis comer cuanto queráis

Una vez hubieron comido

-Señor nos han dicho que es usted muy sabio

Los miró un instante.
-Tú te llamas Yaru y eres policía, tú te llamas Elma y eres una niña rica, venís de la ciudad porque no os dejan casaros ¿No es verdad?
-¿Cómo lo ha adivinado?
-Porque lo lleváis escrito en la cara y bueno, una niña rica nunca huiría de la ciudad si no es por amor
-¿Niña rica?
-Sí, el sistema de estrellas es un invento de los gobernantes para tener al pueblo esclavizado
-¿Cómo?
-Sí, igual que un burro se ata a la noria, sin que nadie le pregunte, a la prole se la somete sin darle opción a rechistar
-Pero, cada uno tiene una misión ¿no?
-No, eso es lo que ellos quieren que creáis
-Y ¿Qué podemos hacer?
-Huir al edén, allí nadie os dirá lo que tenéis que hacer
-¿Donde está el edén?
-Seguid la cueva, os llevará hasta un valle donde podréis vivir en paz


martes, 8 de mayo de 2012

Cinco estrellas


-Gracias señor por la medalla pero pienso que tampoco fue para tanto
-No Yaru, sí es muy importante, por eso tú no debes pensar, para eso estamos los superiores
-Pero sólo eran unos traficantes de libros ¿Qué tienen de peligroso los libros?
-Mucho, es más: Todo, todos los errores del mundo antes del holocausto están en los libros, por eso la gente con tú o como yo no debemos tener acceso a ellos, para que no se repitan los mismos errores.
-Pero ¿No sería mejor conocer los errores del pasado?
-No, el Orden es la mejor manera, antiguamente había libertad, la plebe podía comer cuanto quisiera, de lo que quisiera y engordaba demasiado, incluso algunos morían de obesidad, pensaban y se revelaban por eso siempre habían guerras, ahora no, todos cumplimos el Orden y vivímos en orden.

El Orden era la religión en el país de Yaru y lo controlaba todo, la dieta que se debía comer cada día, el oficio a que se debía dedicar cada uno, incluso eran los sacerdotes quien decidían con quien te tenias que casar, te daban permiso para tener relaciones sexuales, etc.
A toda persona, cuando cumplía los 10 años los sacerdotes le hacían una ceremonia: El Ragaina en la que decidían cual seria su oficio, en el Ragaina le tatuaban en el cuello, debajo de la oreja el nombre, el oficio que habían decidido para él y la clase social. A la plebe, les dibujaban un circulo que indicaban que eran los más bajos y no tenían derecho ni siquiera a aprender a leer y escribir.
Yaru era más afortunado, en su Ragaina decidieron que seria policía como su padre y por eso le tatuaron una estrella, el siguiente nivel. Por eso pudo aprender a leer aunque no tiene acceso a libros, puede leer el Orden y las demás leyes que debe hacer cumplir.
-Te voy a ascender, te voy a poner como guardaespaldas de una chica, es la hija de un sacerdote por lo que tiene cinco estrellas ¿Sabes lo que eso significa?
-Sí, que puede hacer lo que quiera e ir donde le plazca
-¡No!
Dijo su jefe dando un golpe encima de la mesa, Lo miró fijamente, llevaba el uniforme de policía gris perfectamente planchado, con una pequeña perilla como era obligado en su cargo, pelo cano, ya que había pasado los cuarenta, estaba ligeramente gordo debido a que una lesión le impedía hacer deporte, por ello le habían asignado al despacho y le habían rebajado de ir al gimnasio tres veces por semana como debían hacer todos los policías en servicio.
Yaru tenia 25 años, era mucho más joven y más alto, estaba cuadrado y hacía karate desde los diez años como era obligatorio para todos los policías. Era moreno, de rostro alargado y facciones suaves, sus ojos eran azules y contrastaban con el gris del uniforme como una pincelada de color en una foto en blanco y negro.
Hizo gesto de condescendencia inclinando la cabeza hacia un lado y dijo:
-Ya lo sé, es un ser superior por lo que debo tratarla con el máximo respeto inclinando siempre la cabeza y no mirarle nunca a los ojos
-Piensa que es la hija de un sacerdote, si le caes bien, su padre se encargará de elegirte una buena esposa... y más cosas, pero eso sí, si la cagas
Su jefe hizo un gesto pasándose el pulgar con el puño cerrado por delante del cuello y es que, la pena de muerte era el castigo para muchos “delitos”, por ejemplo: Robar en casa de un sacerdote, bueno de hecho, si un sacerdote te cogía manía podía ordenar ejecutarte bajo cualquier pretexto.
Al día siguiente, Taru se levantó temprano y fue andando hasta la entrada de la zona “Cuatro estrellas” sólo la gente con cuatro o más estrellas podía entrar dentro de la zona amurallada, aunque a él los guardas lo dejaron pasar en cuanto enseñó el documento que le acreditaba como guardaespaldas.
-Espera, te daré un papel con las indicaciones para llegar a casa de los señores Manrou
-¿Tan complicado es?
-No, pero esto no es el barrio bajo, aquí no estás autorizado... si te pillan fuera de la ruta son 50 latigazos ¿Sigues diciendo que no necesitas mapa?
-¡Vale! Me has convencido, cogeré ese mapa
Agarró el croquis que le habían hecho los guardas y se dirigió a buscar el sitio por aquellas calles pavimentadas con enormes aceras donde no se veía ni un papel por el suelo, ni una papelera rota, ni siquiera una baldosa levantada. Pensaba en la diferencia con su barrio de calles estrechas en tierra con aceras sin baldosas y paredes desconchadas. Y eso que el suyo no era de los peores barrios de la ciudad.
Llegó a una puerta enorme de hierro hermosamente decorada, eso le sorprendió, ese tipo de adornos los prohibía el Orden por considerarlos superfluos e innecesarios, sin embargo este sacerdote tenia la puerta y la casa llena de figuras que representaban ángeles, demonios o doncellas.
Antes de llamar se aseguró bien que fuera la dirección correcta, después hizo sonar la campana y enseguida llegó un mayordomo, vestido con un traje gris que le obligaba a llevar el cuello estirado y levantar su nariz aguileña, era moreno aunque bastante calvo y por el gesto serio de su cara parecía que no se había reído en la vida, Yaru pensó que quizás era por miedo, ya que reírse de un sacerdote tenia cárcel y tortura.
-Buenas, soy el nuevo guardaespaldas de la señorita
-Le acompañaré hasta la habitación de la señorita Elma
Mientras caminaban por el jardín hasta la casa el mayordomo le fue explicando las instrucciones y cuando hubo acabado, le cogió del brazo y casi susurrando le dijo.
-Debe tener mucho cuidado con la señorita es, demasiado liberal
-Bueno, pero ella puede serlo ¿No?
-Sí, pero usted no y debe protegerla y cuidarla
-¿Que pretende decir con eso?
-Que tendrá que...Nadar y guardar la ropa, no sé si me entiende
-La verdad es que... No mucho
-Ya lo entenderás
Yaru se quedó pensando, las cinco estrellas era los más alto de la sociedad, por encima de ella sólo estaban los sacerdotes que llevaban unas alas, los jueces que llevaban un martillo y los gobernantes con una corona, a Yaru le habían enseñado que eran seres superiores que sabían de todo, y por eso podían tener la libertad que se les negaba al pueblo ¿Cómo iba él a decirle a una chica así lo que puede o no puede hacer?

El mayordomo lo dejó en la puerta y él llamó. Al momento oyó “Adelante” y entró.
-Buenas, señorita Elma soy su nuevo guardaespaldas y estoy a su servicio -Yaru entró agachando la cabeza y sin dejar de mirar la alfombra pero en cuanto levantó la vista se la encontró en la cama pintándose las uñas vestida únicamente con unas bragas y un sujetador - ¡Perdón! Esperaré fuera
-¡Eh! ¿Donde vas?
-Fuera - Contestó Yaru que se había dado la vuelta y ya se dirigía a la puerta
-Te ordeno que te pares y te des la vuelta
Yaru se paró automáticamente pero no se atrevía a girarse, ahora entendía a lo que se refería el mayordomo.
-Como no te gires ahora mismo haré que te azoten por no obedecerme
Yaru se giró pero con la cabeza tan baja que sólo le veía los pies, unos pies pequeños y preciosos con la mitad de la uñas pintadas.
-Mírame a los ojos
-Señorita Elma
Dijo Yaru mientras iba levantando la vista y viendo el cuerpo perfecto de Elma, sobre todo le llamaron la atención sus pechos, era la primera vez que veía unos, a pesar del sujetador se distinguía su forma perfectamente, eran como dos melocotones, su cara era redonda, su nariz chata y sus ojos verdes estaban envueltos de una larga melena rubia ondulada. Sin duda era la chica más bonita que había visto en su vida.
Él se sentía muy incomodo, consciente de su pecado. Ella en cambio disfrutaba con la situación.
-¿Qué pasa, no te gusta lo que ves?
-¡Claro que sí!
Entonces sintió morirse, esa respuesta le podía costar la castración, sin duda era la que esperaba Elma pero a partir de ahora debía pensar mucho antes de abrir la boca
-Pero sabe usted que su padre me la hará cortar si la miro a usted desnuda
-¡Ah! ¿Eso es lo que te preocupa? Que te corten tu cosita
Elma dijo eso y le lanzó una sonrisa picarona mientras levantó la mano derecha rápidamente para rozar el paquete de Yaru que creció más de lo que parecía posible. Yaru sintió como una descarga y por un acto reflejo se agachó tanto que llegó a la altura de Elma y sus labios casi se rozaron. Ella lejos de asustarse, le besó en la boca.
-Muy bien, veo que lo has entendido
-¡Perdón! Yo no quería
-No lo estropees, escúchame con atención, ves esto
Elma se levantó el pelo y le enseñó su cuello donde llevaba su nombre tatuado rodeado por cinco estrellas y, no llevaba ningún oficio porque podía dedicarse a lo que quisiera
-Sí, son cinco estrellas
-Pues eso, significa que debes hacer todo lo que yo te ordene ¿Lo has entendido?
-Sí – Al momento se dio cuenta que le faltaba algo y corrigió – Sí, señorita Elma
-Vale y ahora vente que me tengo que acabar de pintar las uñas
Yaro estaba sentado en el suelo al lado de la cama y a los pies de Elma aguantándole el bote mientras ella se entretenía dándose pinceladas en las uñas. En esa operación ella estaba agachada y sus pechos se movían como dos melocotones maduros a punto de caer. Yaro no podía dejar de mirarlos y su excitación iba en aumento. De hecho, ya hacia rato que estaba a punto de explotar.
Elma le notó inquieto y le preguntó:
-¿Qué te pasa?
-Que necesito ir al lavabo
-¿Seguro?
-Sí,claro – Contestó él, sorprendido por la pregunta
-A ver, ponte de pie y ya te diré yo que es lo que tienes
Él obedeció, rojo como un tomate se puso de píe pidiendo a los dioses del Orden que el pantalón fuera lo bastante holgado para que no se notara que dentro algo estaba a punto de explotar
-Así no vas a poder mear
-¡Por favor señorita! ¡No sé que me pasa! – Suplicó él temiendo un castigo
-No te preocupes tontorrón, que yo sí sé lo que te pasa, venga desnúdate
Le contestó ella mientras acariciaba el bulto que asomaba en el pantalón, él sintió un inmenso placer con esa caricia hasta el punto que su mente dejó de pensar en lo que le podía pasar y obedeció.

sábado, 5 de mayo de 2012

El jefe traicionado


-¿Tú también hijo? - Dijo Felipe cuando observó que Pedro levantaba la mano – Pero ¿Por qué?
-Brasil – Contestó él – Ahora por fin podré ir

La mujer de Pedro era brasileña y Pedro llevaba años pidiéndole a su padre que le dejara ir a Brasil
a montar una delegación en aquel país, Felipe siempre le decía que no por que no quería perderlo de su
lado. Ahora se había aliado con su cuñado para salirse con la suya.

Después recorrió con la mirada la larga mesa de juntas en la que se encontraban el resto de socios, todos entrajados y serios. Ninguno levantaba la mano y esperaban como Felipe que la moción para cambiar el presidente de la empresa presentada por el yerno fracasara, bueno todos no. También levantó la mano Cristian, aquel antiguo socio suyo con el que nunca salieron los negocios adelante.

Hace un par de años viéndolo arruinado otra vez, sintió lástima y le ofreció un puesto en la directiva con una participación en la empresa. Un pequeño tanto por ciento pero, por desgracia esa participación era suficiente para inclinar la balanza a favor de su yerno y su hijo.

-No te preocupes papá, esto sólo es un cambio de dirección, nada más, únicamente creemos que
hace falta alguien más joven para dirigir la empresa

Felipe dirigió la mirada asesina a su yerno, ¿Cómo podía decir eso? Entonces pensó que la culpa era
suya, había visto como se había ido haciendo sitio poco a poco en el consejo de administración. Primero aportando capital, después desplazando a su esposa hasta hacerse cargo totalmente de sus acciones y ser el segundo máximo accionista.
Todo eso había pasado delante de sus ojos y lo había permitido, había visto como su hija había ido
perdiendo fuerza dentro del consejo hasta el punto de dejar de asistir. Incluso había mirado para otro
lado con las numerosas aventuras de su yerno. Lo que no se había imaginado era que él seria el
siguiente: Que su yerno no se iba a conformar con ser el segundo del consejo de administración. Ahora
le dirigía una sonrisa fraternal y le llamaba papá.

-¿Crees que puedes dirigir la empresa mejor que yo?
-Papá, lo has hecho muy bien pero no es momento de mirar al pasado, es hora de comenzar una
nueva etapa de expansión

Su yerno tenia el discurso bien aprendido y no lo sacaría de ahí. Entonces dirigió la mirada a su hijo.

-¿Brasil? Y has vendido a tu propio padre sólo para darle trabajo a la familia de tu mujer
Pedro se sintió incómodo con dicha afirmación, probablemente no esperaba que su padre se lo
tomara tan mal o simplemente, no se lo había planteado.
-Papá, no hace falta que hagas ningún drama, te garantizo que todo seguirá igual- Dijo intentando
tranquilizar a su padre
-¡No prometas nada que no puedas cumplir! Pronto marcharas a Brasil y será Marco quien dirija la
empresa... Tú apenas vendrás
Entonces se levantó, estaba muy nervioso, dirigió la mirada a Cristian
-¿Y tú qué? Que te recogí cuando estabas arruinado, que deberías besar el suelo por donde piso
¿Qué te ha ofrecido ese traidor?

Cristian bajó la mirada incapaz de contestarle e incluso de sostenerle la mirada. Felipe ya no aguantó más y se fue de la reunión, por sus venas corría un torrente de de rabia que apenas podía contener, salió del edificio sin decir nada a nadie, todos los empleados miraban extrañados, preguntandose ¿Qué le debe pasar? Ignoraban todavia el cambio de dirección de la empressa.
Se sentó en la plaza que había delante y se puso a pensar qué podía hacer. No podía dejar que el
arrebataran el mando y quedarse de brazos cruzados, aunque tenia que reconocer que Marco había buscado las alianzas necesarias.

Podía hablar con su hijo y ceder en el tema de Brasil. La mujer de Pedro estaba deseando ir a Brasil, montar allí una delegación y poder darle trabajo a su familia, y de paso, estar con ellos. Pero eso significaba perder a su hijo de su lado y verlo tres o cuatro veces al año.

Entonces decidió ir a ver a su hija. Si asumía el control de sus acciones podía tumbar la mayoría absoluta de Marco. Ahora ella tendría que decidir entre su esposo y su padre.

La mansión de Marco y Sonia era enorme, mucho más que la suya propia y es que Marco siempre le había gustado hacer gala de su poder economico y le perdía el “que dirán”. El chofer le dejó en la puerta donde ya había salido un mayordomo vestido de uniforme a recibirle.

-La señora no se encuentra, ha ido a buscar a los niños al colegio, desea que le deje algún recado
-No, esperaré
-Pues pase a la biblioteca, desea alguna cosa
-No, gracias, sólo que avises a mi hija en cuanto llegue
Entró en la biblioteca donde todo el suelo y las paredes que no contenían estanterías eran de moqueta, un escritorio y unos sillones renacentistas iluminados por una lampara del mismo estilo, creaban un ambiente muy acogedor y relajante donde poder leer tranquilo pero no lo bastante para tranquilizar a Felipe. Se sentó pero no aguantó ni un minuto sentado y empezó a revisar los libros.
Habían mucho tipo “Lujo y poder”, “Cómo triumfar antes de los 30”, “Cómo ser un buen lider”, etc.

Un estilo de libros que a Felipe le producían naúseas hasta ese día. Hoy veía claro que el de hoy, era un pasomás en la escalada de Marco.

Después de un rato entró Sonia con un bebé en brazos, su padre la observó de arriba a abajo, había engordado, fruto sin duda de los tres embarazos, llevaba un pantalon de peto y un jersey, el pelo recogido con una goma y no se había pintado, sin duda no necesitaba pintarse para ir a buscar a los niños al colegio pero Felipe echó de menos a aquella hija que llegaba todos los días a la oficina como si fuera a un pase de modelos.

Se preguntó entonces qué quedaba en ella de aquella jovencita alegre y peripuesta, dispuesta siempre a buscar la solución y a enfrentarse a quien hiciera falta. ¿Cómo había dejado que Marco le hiciera eso? Incluso había callado cada vez que le habían llegado rumores de que Marco había acosado alguna secretaria, también callaba cuando lo veía quedarse hasta tarde con una o varias secretarias para “acabar unos informes”.

Había permitido que le hiciera todo eso a su hija y ahora, le tocaba a él. De repente se vió como un
jubilado más, jugando a la petanca en el parque y explicando batallitas sobre la gran empresa que
monté.

-Dime, papá ¿Qué es eso tan urgente que querías contarme?
-Marco, me ha quitado el puesto de director general
-¡Ah! Era hoy la moción
-¿Lo sabias?
-Algo había oído, lleva tiempo maquinandolo, sólo le faltaba un pequeño apoyo
-Ya, Cristian, ha comprado a Cristian
-No, papá, no te equivoques, Cristian no te hubiera vendido ni por todo el oro del mundo
-¿Entonces?

Sonia, no quiso contestar, pero no hizo falta, sabía perfectamente en qué consistía el modus operandi de su yerno: Chantaje. Cuando alguien se negaba a negociar, contrataba a unos detectives amigos suyos que lo investigaban y le encontraban cualquier trapo sucio que pudiera tener. Felipe siempre se había opuesto a ese tipo de negociaciones pero no siempre se enteraba.
Sonia seguía sin decir nada. Entonces pensó que era imposible que su hija, una gran empresaria honrada y emprendedora se hubiera convertido en una ama de casa servil y callada a todos los tejemanejes de su esposo.

-¿Sabes que te engaña con todas sus secretarias?
Bajo la mirada, fijó la vista en un sillón, por fijarla en algún sitio porque sus ojos no miraban, sólo intentaban reprimir las lagrimas.
-Ojalá sólo fuera con sus secretarias
Ya, lo tenia claro pero aún así, quiso hacer la pregunta:
-Tú no puedes ayudarme ¿Verdad?
-Sabes que no
Salió todavía con más rabia que horas antes.