viernes, 28 de septiembre de 2012

El barrio de los sueños rotos

 
Subí apresuradamente las escaleras mientras miraba el reloj: Las nueve y diez. Llegaba tarde pero no demasiado, en cuanto toqué el timbre me abrió el padre Miguel.
-Hola, gracias por venir, pasa, te estamos esperando

Entré en la casa del cura, era una casa sencilla como todas en nuestro barrio, pisos pequeños sin ascensor y muebles viejos, estaba llena de santos, vírgenes y ángeles adornando todas las paredes. Cuando entré en el comedor me sorprendió ver un poster de Maquiavelo entre tanto santo, supongo que para ser sacerdote en nuestro barrio debía aplicar muchas veces aquello de que el fin justifica los medios porque en nuestro barrio nada es blanco o negro... Todo son grises.

Entonces observé los otros miembros de la reunión: Sonia, la madame acariciando su lindo perrito, llevaba un vestido rojo tremendamente provocativo, pienso que demasiado corto y con demasiado escote para ir a la casa de un cura pero Sonia es como es. La conozco de toda la vida, de hecho estuve saliendo con ella a los 18 años. Cuando eramos unos adolescentes llenos de sueños. Yo trabajaba de peón en la construcción y ella soñaba con ser cualquier cosa en la vida menos una puta como su madre, por desgracia a mí me pillaron una noche haciendo una gasolinera y me pasé tres años en el talego, después nadie me daba trabajo, por suerte había hecho amigos dentro que me dieron la posibilidad de ganarme la vida.

Ella buscó trabajos honrados pero todos los que le daban un puesto, ya fuera de dependienta o en una fabrica sólo la contrataban por una curiosidad: Si la chupaba tan bien como su madre. Por eso decidió ir al sitio que le correspondía, donde el que quisiera sexo con ella tuviera que pagar. Por suerte era muy guapa y de joven se la rifaban por eso consiguió hacer dinero y ser la madame del garito del barrio.

A su lado, está Gregorio sentado, el policía local, también es del barrio, de niño era un abusón, supongo que por eso se hizo madero, para poder seguir dando palizas sin problema. En el otro sofá, Jaime el concejal del ayuntamiento, en clase era el más torpe pero su tío lo enchufó en el partido y así vivía sin dar golpe. Entonces empezó a hablar el padre Miguel.

-Gracias a todos por venir, os preguntareis porqué. Pues bien, ya sé que no somos muy amigos y creo que desde aquella noche loca de San Juan no habíamos estado los cuatro juntos

Esa referencia me sorprendió, casi no la recordaba, eramos unos chicos que salimos juntos esa noche por los barrios ricos, recuerdo que Jaime. quiso hacer la gracia y metió un trueno en el tubo de escape del coche del alcalde, aquel coche debía tener un problema de inyección, quemaba mal la gasolina y por eso se acumulaba en el escape... fue una hoguera preciosa. Luego fuimos a bañarnos de madrugada al pantano como manda la tradición la noche de San Juan, entonces recuerdo que Miguelito estaba colado por Sonia desde siempre y se le declaró allí mismo: Desnudos al amanecer. Pero ella me prefirió a mí ¿Quizás por eso se hizo cura? «Quien sabe» pienso mientras observo que sus ojos no se desvían del balcón de su generoso escote.

-Pero creo que a pesar de nuestras diferencias todos queremos este barrio y debemos unirnos para defenderlo de la invasión de moros que lo están jodiendo.
-La solución es muy fácil: Que los detenga - dije yo señalando a Gregorio
-Sabes que no puedo hacerlo sin pruebas o me acusaran de racista
-¿Qué no tienes pruebas? Pero si venden la droga en la puerta del instituto
-Sabes perfectamente que pillando al pringao de turno con 20 euros de chocolate no solucionamos el problema, necesito saber donde la mueven
-Esta bien, la traen en un camión, un trailer matricula francesa y lo conduce un tal Abberraman, gordo, feo y le encata pegar a las tías - intervino Sonia - pero yo, no he dicho nada
-Ves, eso es una ayuda ¿Y donde la esconden? ¿En el locutorio?
-No - Dije yo con condescendencia - Tienen un piso en la calle Espronceda, allí tienen un laboratorio donde la cortan con mierda y de un quilo sacan tres
-Mira quien habla
-Perdona, no compares, yo no vendo mierda y por supuesto, no se la vendo a los niños... no se la vendo a nuestros hijos
-Señores, por favor, tengamos la fiesta en paz, estamos aquí para defender nuestro barrio de un enemigo común
-Esta bien, Gregorio, dame un email y te enviaré detalles para que los puedas empapelar, pero que quede claro que no soy tu chivato
-Por supuesto, que quede claro que esto no cambia nada entre nosotros, no te debo nada