No suelo ser muy
sentimental para con los objetos y las herramientas, sin embargo
hacía ya mucho que me debería haber librado del mitxu ¿Por qué no
lo había hecho?
Supongo que una
parte de mí era feliz reteniéndolo a mi lado. A fin de cuentas era
lo único que me quedaba de cuando fui un trabajador autónomo, de
cuando me ganaba la vida. Una parte de mí, pensaba que me vendría
bien el día que consiga resurgir de mis cenizas y vuelva a ganarme la
vida quién sabe en qué. Pero eso, era cada vez más improbable y al
final la razón pudo al corazón. No sé como remontaré el vuelo
pero un coche viejo difícilmente podrá ayudarme.
Aunque también
era mucho más.
-“Es el coche
que más te ha durado” -Me dijo un día mi amigo Pinel.
-”No, es el
coche que me ha durado más que todos los demás juntos” -Respondí
yo.
Eso también era
verdad, ese coche estuvo conmigo más de una década. Era muy grande
y difícil de aparcar (5,5 metros) pero yo era feliz conduciéndolo, al
volante me sentía como no me había sentido con ningún otro y
durante esa década me ha servido como ningún otro “Para la faena
y el paseillo”.
Durante una década
ha sido mi compañero muchos días de ir a trabajar, tanto lejos como
cerca, algunos incluso sin dormir y también me ha acompañado muchas
noches de fiesta, muchos días de trabajo.
Ha sido mudo
testigo de como mi vida ha ido cambiando hasta convertirse en una
montaña rusa donde es imposible saber donde estaré el mes que viene
ni lo que haré ni con quién.
Por eso, el otro
día sentí un vacío en el estomago cuando pase a su lado, sentí
que era la última vez que lo veía que era otra parte de mí que se
iba para no volver.