miércoles, 1 de junio de 2016

Matar al ciclope

Llevo días pensando qué pude hacer yo para ofender a ese dios que me quiere mal. "Matar al cíclope" (Metafóricamente) tiene que ser un acto egoísta y deleznable. Yo no acostumbro a actuar así, pero todos cometemos errores. Puede que hiciera algo que no recuerdo, un pequeño gesto al que yo no le di importancia pero que trastocó el destino de una persona.

A fin de cuentas, recuerdo en cierta ocasión, alguien me paró por la calle para darme las gracias porque hacía años le di tres consejos que le habían ido muy bien en la vida. Yo no lo recordaba a él, ni los consejos que le di

¿Por qué no al revés? Alguien a quien echaron del trabajo por mi culpa, a quién eché la culpa de algo que yo había hecho y fue despedido de un trabajo que le habría supuesto otro destino. O mejor aún, que perdió a su pareja por mi culpa, por algo que yo dije o hice, una pareja que era el amor de su vida y que no volvieran a verse hasta otra vida por mi culpa. Eso podría ser, aunque de ser así, nunca lo sabré.

Eso sí, recuerdo un error que cometí, un acto reprochable: Hace muchos años, estaba yo muy enamorado de una chica (Mi Penélope) y bueno, no buscaba otra. Aunque algunas llamaron a la puerta de mi corazón pero yo las rechacé. Porque quería encontrar una chica que me hiciera sentir lo mismo que Penélope, ignoraba entonces que nunca volvería a sentir nada como el primer amor.

Sin embargo hubo una que se acercó, con la que no me hubiera importado probar, conocerla, salir, romperle el himen, etc. Todas esas cosas que hacen los chicos a esa edad. No voy a decir que hubiera sido la mujer de mi vida (Quién sabe) Pero esa experiencia me habría ayudado mucho en mi camino por la vida y sobre todo, a ella la hubiera hecho feliz.


Sentirse querida, amada, mujer, le habría dado una dosis de autoestima que le habría ayudado mucho en su andadura por la vida. Y yo, me sentía a gusto con ella, a su lado. Entonces ¿Por qué no lo hice? Por qué no hice como dice Sabina y no pasé de los besos en la frente.
Pues porque fui tonto, me dejé llevar por el "qué dirán". Como si a mí me hubiera importado alguna vez la opinión de los que siempre opinan, los que se creen con derecho a opinar de tu vida sin haberse puesto tus zapatos. Esa gente que disfruta riéndose del bajito, del pecas, la gorda, etc.

Ahora que lo pienso, no sé porqué actué como nunca lo hago y como no debería haber hecho entonces. Pero seguro que a ambos nos habría ido mucho mejor en la vida si yo aquel día no hubiera decidido pasar de la gafitas con complejo de muñeca desconchada.